¿Cuántos pares de zapatos necesita un hombre?

9 julio, 2013 § 4 comentarios

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Las mujeres arrastran la fama de ser acumuladoras de zapatos. La verdad es que tiene lógica, el zapato es el elemento clave que redondea el atuendo, el que lo convierte en un acierto o hace que el conjunto no pase de un aprobado raso. En el peor de los casos ponerse un zapato equivocado convierte la combinación estética de una señora en un desaguisado.

La moda femenina es infinitamente más variada que la masculina, un constante ir y venir de largos, colores y tejidos. Y cada nuevo modelito requiere su zapato, con lo que la cosa se complica.

Los hombres nos apañamos con un simulacro de moda. Los diseños también cambian desde luego, pero aproximadamente cada década. Tuvimos pantalones de pata de elefante y luego tuvimos hombreras como tejas, pero eso fueron excentricidades pasajeras; en lo básico los tíos nos apañamos con unos unas pocas prendas, que se repiten año tras año con muy pocas variaciones. Eso si hablamos de la moda sport, porque si miramos hacia el mundo traje la monotonía raya casi en la uniformidad maoísta: colores sobrios, cero estampados.

Siempre hay algún pinturero que se atreve a ponerse esas prendas “difíciles” que los diseñadores se empeñan en meter en sus desfiles para desmarcarse de la corriente homogénea. Pero la industria sabe que si quieres vender ropa para hombre no puedes salirte demasiado de los patrones establecidos. Existe una minoría de prescriptores que prueban las novedades y, si les gustan y las utilizan, acabarán pasando al armario de la mayoría de los hombres, pero muy, muy lentamente.

Ante este panorama, el zapatero masculino se apaña con un par de modelos: unos mocasines marrones y unos negros de cordones, con la posibilidad de intercambiar los colores.

Ya que de cabeza a tobillo los españoles somos bastante conservadores en el envoltorio, hemos dado rienda suelta a nuestra fantasía mediante las zapatillas de deporte. Coincidiendo con la fiebre por el running, el marketing de las marcas vende los diseños siempre como un logro de la técnica (amortiguación, ventilación, etc.) pero sospecho que al igual que en los automóviles de una misma gama, que todos tienen similares características, lo que en realidad estamos comprando es la misma zapatilla con distintas carcasas coloristas. Y no se compran solo como equipamiento necesario para practicar deporte, también como un elemento más de expresión de moda. Las zapas han llegado para quedarse en el día a día, para conseguir una imagen desenfadada y casual.

Mientras que las chicas al cruzarse por la calle se miran de arriba abajo, los chicos dirigen la vista a los pies. El de las zapatillas es uno de los pocos códigos de vestuario en que los hombres ganan a las mujeres; ellos conocen las marcas y modelos y aprecian las diferencias implícitas de llevar unas u otros. Como buen código, solo lo entienden los iniciados.

Unos ejemplos no excluyentes:

Si mirando al suelo ves unos pies calzados en unas Munich, es fácil que si subes para arriba veas unos chinos, una camisa de El Ganso y parka Belstaff. Si lo que ves son unas New Balance, el complemento fetén sería un polo de Fred Perry. Nike iría con todo, material mainstrean. Asics no verás por la ciudad, a menos que las lleve un tipo que va corriendo. Si hace frío, se cubrirá con un chubasquero North Face.  El que lleva zapas del Decathlon suele ser fiel al total look, esto es equipo Decathlon al completo.

En cuestión de rodilla para abajo las cosas han ido evolucionando, no estoy seguro que siempre para bien. Cuando llega el verano los hombres enseñan cada vez más las piernas, muchas de ellas sin un pelo a la vista, y los pies, al fin liberados de su protección invernal, asoman al exterior. Las clásicas sandalias han cedido terreno ante  las chanclas, al menos en las ciudades costeras del Mediterráneo, porque de mitad de España hacia arriba un hombre calzado con chanclas es tan difícil de ver como uno con pamela.  El par de suelas de goma con dos tiras que escalan por el empeine han abandonado su territorio natural que es la playa y han conseguido un hueco como calzado urbano fresquito; son castigadas a sufrir el rigor del asfalto, su liviana estructura sometida a una batalla desigual.

El hombre da pasos para acercarse a algunos de los usos y costumbres femeninos. Tal vez acabemos con las uñitas de los pies pintadas; solo es cuestión de que empiecen a hacerlo los futbolistas.

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§ 4 respuestas a ¿Cuántos pares de zapatos necesita un hombre?

  • pepelui dice:

    Algunos rompemos el prototipo de hombre DECATHLON. La vestimenta es de su marca KALENJI (incluido el cortavientos) porque tiene una buena relación precio/calidad, para sudar cualquier trapito vale; pero el calzado es de tiendas especializadas, somos fieles a las ASICS Gel Trabuco. Como dicen sus siglas: Anima Sana In Corpore Sano, que “quicir”, si los pies están sanos, la cabeza te rige bien.

    Uno de los hombres que dio un paso de gigante en esto de romper las costumbres en el calzado, fue Elvis Presley con sus zapatos de gamuza azul.

  • Torrat_al_punt dice:

    Esta semana tengo una comida de verano con los compañer@s del trabajo y como es en un sitio con piscina e informal pensé en ir en bermudas (no uso habitualmente y las que tengo deben de ser del año 35, aprox) así que me compré unas.

    ¿Por qué cuento esto? Pues para demostrar que no es fácil salirse del guión, y a lo mejor tampoco conveniente.

    La dependienta que me atendió en una tienda de una marca famosa y modernita, una chica joven, guapa, y además simpática, fué clara y sutil a un mismo tiempo (cosa poco habitual). Se empeñó en acompañarme al vestuario y surtirme de prendas, además de darme su opinión. Para decirme que me pusiera una talla más, me dijo que la que llevaba estaba «en el límite de lo permitido» y tras elegir el modelo y la talla me quedé con unas azul oscuro, al comentarle que me las pondría con una camiseta a rayas rojas y blancas, su respuesta fué: «Yo probaría con blanco, es menos arriesgado».

    P. D.: Personalmente me divierte usar la palabra «footing» en vez de «running», es de los pocos goles que le hemos metido al colonialismo cultural. Me gustan las frugales transgresiones, Benedetti dixit.

    • Solo puedo aplaudir las decisiones de tu dependienta; me encantan sus sugerencias tan «british» al más puro estilo Saville Road.

      Es verdad que lo de footing es cachondo, alguien se lo sacó de la manga y funcionó.

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